Un poeta romantico en el Tercer Milenio

Un poeta romantico en el Tercer Milenio
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lunes, 30 de abril de 2012


En un momento de pasión (La caja)
Hace ya bastantes años escribí este poema,  el cuál publiqué en mi libro un poeta romántico en el tercer milenio. Ya cuando preparaba la edición del mismo, tenía la intención de completar el poema describiendo el dolor de recoger los pedazos, al tiempo que agradecer en el mismo a todas las personas que en algún momento de mi vida he amado. Ahora que lo he escrito, y por razones que aún no me es dado el poder revelar, tengo la intención de continuarlo para expresar que al final esa destrucción fue el mejor regalo que me hayan hecho nunca, pues me ha hecho valorar, que el corazón está conformado por todos los amores que tenemos en la vida.  Espero que lo disfruten tanto como yo lo sufrí. Manuel R. Castro Iglesias (abril de 2012)
Inútil es mi aflicción
la vida no tiene sentido
cuando no estoy con mi amor.
Dicen que yo soy poeta,
que canto siempre al amor,
¿cómo quieren que les diga
que ya no tengo corazón?
Que se lo di a una bella niña
en un momento de pasión,
la conocí en una fiesta
llena de luz y color.
Y ella con una mirada
de desprecio... ¡lo destruyo!

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Dime qué hiciste con ella
pérfida sierpe maldita,
que hiciste de aquella caja
que el corazón contenía,
no era de diamantes finos
pero es lo que más valía.

Caí sobre las rodillas
rendido y sin remisión,
con los ojos anegados
transido por el dolor,
a recoger los pedazos
regados en derredor.

El primero era mi madre
que en su seno me llevó,
segundo fue el de mi padre
que en sus brazos me acunó,
también el de mi hermanita
que nunca me abandonó.

Recogí de mis hermanos
los pedazos que esparció,
después los de mis abuelas
a las que tanto quise yo,
los de toda mi familia
que siempre me acompañó.

Dime qué hiciste con ella
pérfida sierpe maldita,
que hiciste de aquella caja
que el corazón contenía
no era de diamantes finos
pero es lo que más valía.

Encontré por buena suerte
el de mi primer amor,
fue, a la que bajo un laurel
con ardor se declaró
en unos sencillos versos
que fuese su amor pidió.

Pero tan joven era ella
como lo era quizás yo,
las mejillas encendidas
por aquel primer rubor
ya que a mis primeras rimas
con sonrisas rechazó.

Dime qué hiciste con ella
pérfida sierpe maldita,
que hiciste de aquella caja
que el corazón contenía
no era de diamantes finos
pero es lo que más valía

Estaba el de aquella niña
que el tiempo difuminó,
solo queda ya el recuerdo
junto aquel roble tocón,
la mirada que tenía
y de su pelo el color.

De mis tiempos de estudiante
las que mi voz requebró,
y de todas las mujeres
que en su fondo atesoró,
y de todos mis amigos
casi nada se perdió

Dime qué hiciste con ella
pérfida sierpe maldita,
que hiciste de aquella caja
que el corazón contenía
no era de diamantes finos
pero es lo que más valía

Pero no encontré el diamante
que con hielo se forjó,
por la magia de aquel genio
que un deseo concedió,
lo cumplió al pie de la letra
e hizo de ello maldición.

Te pedí que me quisieras
sin ponerte condición,
de que fuese eternamente
y de todo corazón,
te lo pedí humildemente
y esa fue mi perdición

Dime qué hiciste con ella
pérfida sierpe maldita,
que hiciste de aquella caja
que el corazón contenía
no era de diamantes finos
pero es lo que más valía.